Hay historias que inspiran y te hacen disfrutar aún más tu trabajo, la de estos niños y sus profesores es una de ellas.
La Escuela de ciegos Hellen Keller ha ideado un programa para que sus alumnos puedan interactuar con el medio ambiente. Se trata de un huerto colectivo. A través de él, los niños tienen la posibilidad de sentir la tierra, tocar las hojas, y lo más importante integrarse a su entorno.
Ve la historia completa
En este huerto los niños no solo siembran. Semanalmente hacen mantenimiento a las plantas, y luego consumen en el comedor el producto de su esfuerzo.
Para este trabajo realizamos dos visitas a la escuela. En la primera oportunidad hablamos con los profesores, pudimos sentir la pasión que sienten por la enseñanza, y su deseo porque estos niños aprendan.
Fue en la segunda visita donde conocimos a Ismael y Jabal, dos de los chicos que se encargan del huerto. Sus palabras fueron sencillas, pero inspiradoras. A través de su historia con el ‘ciempies’, quizás sin querer, mostraban que el esfuerzo de profesores estaba dando sus frutos.
Otro importante factor que pudimos observar era la participación de los padres. Muchos estaban allí aportando su granito de arena, bien sea ayudando a sus hijos, o incluso prestando sus conocimientos de agricultura.
Para el momento de nuestra visita ya los plantas estaban comenzando o obsequiar sus productos. Pequeños tomates, ajíes, repollos, y algunas hierbas aromáticas, estaban casi listas para que en los próximos días estos niños recibieran el premio mayor: alimentarse con el producto de su esfuerzo.
Esta historia cuenta con nota y videos realizados junto al compañero Ohigginis Arcia Jaramillo. Te invito a que ingreses a La Prensa para conocer los detalles.